Que keniatas,
etíopes o eritreos son mejores en las carreras de largas distancias es un hecho
constatado. Sin embargo, no es del todo
fácil concluir la razón por la que esto sucede.
Posibles teorías y explicaciones hay muchas: relacionadas con la genética,
los factores ambientales, e incluso psicológicos.
Algunos estudios evidencian que las diferencias significativas en los
aspectos que benefician la carrera de larga distancia.
Así, Saltin y col (1995)
sugieren que los deportistas nativos de altura (kenianos, etíopes, etc.) no
tienen valores de capacidad oxidativa muscular superiores a los observados en
deportistas similares residentes a nivel del mar. No obstante, sí se ha
observado en fondistas keniatas una mayor actividad de la enzima hidroxiacil
CoA deshidrogenasa, principal enzima reguladora de la betaoxidación de los
ácidos grasos.
Es por tanto que gestionan mejor
sus recursos metabólicos. Sin embargo, según Larsen (2003), no está claro si
esta diferencia es debida a factores nutricionales, diferencias en los
programas de entrenamiento, factores genéticos o al efecto de la residencia y
entrenamiento habitual en altitud moderada.
Otros estudios como el de Alejandro Lucía y col (2006) nos presentan
que el VO2max apenas difiere significativamente entre atletas caucásicos y
keniatas, etíopes o eritreos (incluso en la élite, algunos caucásicos presentan
mayores niveles de VO2max); no obstante, sí encontramos discrepancias
relevantes en el gasto energético a una velocidad de 21km·h-1 a favor de
los africanos.
Este hecho es posiblemente atribuible a las características
antropométricas de los corredores. Y sobre todo a la economía de su carrera.
Según Kong and Heer(2008) los corredores de fondo de élite keniatas
tenían un índice de masa y grasa corporal muy bajos, así como unas extremidades
delgadas. En general, el período de tiempo de contacto del pie con el suelo era
muy corto; y a pesar de que la fuerza de las piernas era relativamente baja,
presentaban una ratio H:Q muy elevada.
Una gran cantidad de estudios ya han demostrado que los corredores
africanos tienen mayor actividad enzimática, producen menos lactato para una
velocidad correspondiente a un %VO2máx dado, poseen una
mayor capacidad de mantener una velocidad de carrera, relativa a un %VO2máx, superior a los caucásicos.
Es el sumatorio de todas estas diferencias lo que les proporciona la
ventaja frente a los demás atletas.
Y por si esto fuera poco, aún quedan parámetros que pueden ayudar a
entender su superioridad: Uno de los que más se está estudiando actualmente es
la mayor capacidad de termorregulación de los africanos en condiciones de altas
temperaturas y altos índices de humedad.
Los estudios de Marino y col (2004) demuestran, que a temperaturas
frescas (sobre 15ºC) la capacidad de termorregulación no difiere entre
africanos y caucásicos, sin embargo, cuando se realizan las pruebas en
condiciones de calor (35ºC) el rendimiento de los caucásicos cae en picado
mientras que los africanos más o menos logran mantenerse. Las explicaciones
para estos datos no están del todo claras, podrían deberse a factores de
pigmentación cutánea o más probablemente de superficie corporal.
Todas estas razones, según mi opinión, serían la base por el cual se
hace patente el dominio africano en las pruebas de fondo, con todo, pienso que
hay algo más que les lleva al éxito: la necesidad.